Como todo acto humano, las empresas y los negocios no escapan al poder de las emociones. Es en el trabajo donde surgen reacciones de diversas formas a hechos internos o externos que hallamos en el ámbito laboral. Esto se produce como un mecanismo de comunicación pero que al mismo tiempo, afecta el pensamiento y las acciones de la persona, sea empleado o empleador. Las emociones no deben ser ignoradas o minimizadas más bien, comprendidas y canalizadas positivamente.
Su importancia empresarial radica en que si el manejo de emociones es deficiente, este obstruirá la comunicación, en cualquiera de sus vías, produciendo conflictos que deteriorarán las relaciones interpersonales en el trabajo; afectado al mismo tiempo, el desempeño laboral y en general la productividad de la organización. Es allí donde se introduce la inteligencia emocional, el acto de saber identificar y manejar las distintas emociones humanas.